La aviación del futuro se parecerá, y mucho, a lo que hoy se considera ciencia-ficción. Así se imagina Airbus cómo viajaremos en 50 años.
Los creadores de Wonder Woman ya imaginaron aviones transparantes.
Aviones de paredes transparentes; propulsados por hidrógeno o por energía solar… o por incluso por fusión nuclear; construidos con materiales inteligentes que se reparan por sí mismos; con hologramas que hacen creer al pasajero que está en su casa o en el campo; aparatos que despegan verticalmente; con velocidades hipersónicas que nos trasladan a las antípodas en dos o tres horas... Es el futuro, sí, pero no muy lejano.
Según un informe del fabricante aeronáutico Airbus, algunos de estos avances, que hoy parecen ciencia-ficción (o un puro ensueño de ingenieros chalados), podrían ser utilizados para la aviación comercial sin problemas en cuarenta o cincuenta años. No es una locura, todos se inscriben en áreas de la ciencia o la tecnología en que se está investigando y cuyos estudios ya están dando resultados.
En estas aeronaves no será tan importante elegir el asiento de pasillo o ventanilla. Y es que las cabinas de pasajeros se fabricarán con componentes transparentes, capaces de ofrecer vistas del cielo de 360 grados. Además, al ser un material menos pesado, permitirá ahorrar una cantidad considerable de combustible. Según el informe del constructor aeronáutico, será una superficie 'autolavable como las hojas de las flores de loto.
Uno de los aspectos más llamativos serán las holografías. Un avión privado podría convertirse en una oficina, un dormitorio o un jardín zen gracias a esta técnica. El secreto estará en la proyección de decorados virtuales, que revolucionarán el concepto de ocio en los vuelos.
Aviones ¿nucleares?
El aspecto crucial para desarrollar estas ideas seguirá siendo el del combustible. ¿Qué fuentes de energía podrán mover aviones hipersónicos con un coste medioambiental menor que el de las aeronaves actuales? En ocasiones, se ha barajado como posibilidad el uso del hidrógeno. De hecho, este elemento ya se utiliza en cohetes. Pero existe un problema, el hidrógeno no existe en estado puro, por lo que requiere emplear demasiada energía previa en su producción.
Por ello, otra vía de estudio es la fusión nuclear, e incluso la superconductividad, que es la capacidad que poseen ciertos materiales para conducir corriente eléctrica, lo que podría facilitar la producción energética ilimitada y ecológica en los vuelos.
También se contempla la posibilidad de usar placas solares, aunque sólo para suministrar electricidad al aparato, ya que este tipo de sistemas no tendrían capacidad para abastecer las necesidades de un avión en el momento de despegar.
...y veremos coches volando
Los augurios de Airbus sobre los modos de transporte emula las visiones que brindaba Blade runner hace casi dos décadas. Con la flexibilidad absoluta como leit motiv, el pasajero puede acabar recurriendo también en sus vuelos al 'háztelo tú mismo'. Y es que parece que no es descartable que en 2050 acabemos utilizando nuestro propio vehículo (sí, coches voladores) para vuelos de muy corta distancia.
Para vuelos de largo recorrido, los pasajeros podrán tomar gigantescos aviones nodriza en cuyas bodegas aparcarían sus propias naves-cápsula para utilizar una vez en el destino (algo parecido a lo que sucede ahora con los automóviles transportados en los ferries marítimos). Esos gigantescos aviones pueden acabar convirtiéndose en verdaderos lugares de ocio, a modo de los actuales cruceros. El cliente podrá acceder, mientras vuelo a su destino, a piscinas, spa, pistas de tenis, y también habrá casinos, restaurantes...
La explotación de estos centros comerciales volantes, sin embargo, sólo será posible si los vuelos duran lo suficiente. Los fabricantes aeronáuticos y las aerolíneas pueden acabar optando por la altísima velocidad para acortar los tiempos de vuelo. El sector puede, por tanto, acabar dando otra oportunidad a los aviones supersónicos (¿habrá una versión avanzada del desaparecido Concorde?)... o empezar a utilizar aparatos capaces de alcanzar velocidades hipersónicas (superiores cinco veces a la de velocidad del sónido). Empezarían a operarse así aeronaves capaces de volar por encima de la atmósfera y que realizarían la ruta Madrid-Sidney, por ejemplo, en sólo dos o tres horas (el tiempo que ahora invierten los pasajeros madrileños en llegar a París o Berlín).
Aeropuertos pequeños... gracias a los despegues verticales
Los gobiernos de medio mundo invierten con el objetivo de tener los mayores aeropuertos, con mayor capacidad de operaciones… A mediados de siglo quizá ya no haya polémicas con los ecologistas por la construcción de pistas adicionales. Para entonces, los grandes aviones comerciales es posible que ya puedan despegar y aterrizar en vertical (como hoy lo hacen los helicópteros). Una posibilidad que permitiría ganar espacio para las ciudades. Un nuevo urbanismo gracias a la aeronáutica.
O quizá, según plantea Airbus en su informe, los aeropuertos consigan ser más funcionales y se pueda ahorrar tiempo de operaciones. Los aviones podrían aparcar con todo su lateral a lo largo de la terminal y dejando entrar a sus pasajeros como sucede ahora en el metro. O incluso los pasajeros podrían esperar su vuelo montados en pequeñas cápsulas que se instalarían rápida y automáticamente dentro de los aviones.
Otra posibilidad, ésta no de carácter tecnológico, pasa por que los aviones empiezan a volar en formación de V, imitando a las bandadas de pájaro… Los aparatos podrían aumentar así fácilmente su velocidad y, al tiempo, ahorrar combustible.
¿Increíble? Puede ser.
Bienvenidos al futuro según Airbus.
50 años mas y yo al menos para viajar no necesitaré de aviones super supersónicos, me teletransportaré, secillamente.
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