La increíble historia de la mujer que veía dragones
El cerebro humano es, desde hace muchos años, una inagotable fuente de enigmas para la ciencia. A pesar de los grandes avances realizados por los investigadores en las últimas décadas, todavía es imposible explicar con detalle su funcionamiento. Por eso, algunas afecciones cerebrales pueden dejar todavía a los médicos con la boca abierta.
Eso fue precisamente lo que le ocurrió a los responsables del servicio de psiquiatría de un hospital de La Haya cuando, en 2011, una paciente acudió a ellos asegurando que llevaba años viendo cómo los rostros de las personas con las que se relacionaba se transformaban en caras de dragones. Estas alucinaciones, sostenía, le estaban arruinando la vida.
Tal y como cuenta el blog «Neuroskeptic», la paciente narró que el fenómeno se repetía varias veces al día y lo describió como un proceso por el cual los rostros humanos se volvían de color negro, se alargaban, a la vez que desarrollaban orejas puntiagudas, un hocico protuberante y se cubrían de piel de reptil. Además, los ojos se agrandaban y se tornaban de un brillante amarillo, verde, azul o rojo.
Para desesperación de la mujer, que en el momento de acudir al hospital tenía 52 años, las alucinaciones no solo se daban cuando miraba a una persona. En muchas ocasiones, las caras de los dragones se aparecían de la nada en medio de la oscuridad o cuando centraba su atención en elementos tan comunes como un enchufe o la pantalla de un ordenador.
Tras realizarle varios análisis y someterla a diversas pruebas neuronales, los médicos estaban desconcertados. Los resultados eran completamente normales y no eran capaces de determinar la causa del fenómeno, al que bautizaron como Prosopometamorphopsia. Sin embargo, las alucinaciones seguían convirtiendo la vida de la paciente en un infierno.
Por suerte, un tratamiento con rivastigmina, un fármaco empleado en trastornos cerebrales que afectan a la capacidad para recordar, pensar con claridad, comunicarse y realizar actividades diarias, consiguió reducir la frecuencia de las alucinaciones. Desde entonces, la paciente ha podido llevar una vida normal e, incluso, conservar sin problemas su puesto de trabajo.
En cuanto a los médicos, aunque continúan sin conocer el origen de este inusual trastorno, acaban de publicar los resultados de su investigación en la revista «The Lancet», un trabajo en el que ha participado el prestigioso neurólogo y divulgador Oliver Sacks.
*Nota
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