jueves, 16 de octubre de 2014

Hábitos Posturales - Si te duele la espalda, la culpa es de tus padres - ABC.es

Hábitos Posturales - Si te duele la espalda, la culpa es de tus padres - ABC.es

Entrevista con la doctora María Isabel Heraso, presidenta de la Fundación Internacional del Dolor (FID) y autora de «Vivir bien sin dolor de espalda»

Si te duele la espalda, la culpa es de tus padres

Percibir al paciente como un todo es el primer mandamiento en la consulta de la doctora María Isabel Heraso, jefa del servicio de la Unidad del Dolor del Hospital San Francisco de Asís y presidenta y creadora de la Fundación Internacional del Dolor (FID). «Mi teoría es que existe una relación inequívoca entre la psique y el dolor. El dolor empieza en el ánimo y las emociones de las personas. Si estas son malas, producirán sentimientos tóxicos de estrés, de angustia, de depresión. Y todo ello afectará al sistema nervioso vegetativo, alterando las funciones internas, y por ende, provocando la aparición del dolor», asegura. «Por otro lado, esto es una noticia muy positiva, porque el propio paciente, conociéndose así mismo, puede aportar mejoras a su salud. Y sobre todo, prevenir e, incluso, evitar el dolor», explica.

De todo esto habla en su último libro, «Vivir bien sin dolor de espalda», una obra en la que esta especialista trata de explicar que muchas veces las causas del dolor no están dónde todo el mundo suele buscar. «Si a una persona le duele la espalda, lo que hay que hacer es retrotraerse en su biografía, bucear en sus ancestros. Pero no para ver si ha heredado genéticamente el dolor, sino para ver cuál ha sido la relación que ha tenido con su familia, ya que suele proceder más de una imitación de la postura de nuestros mayores ante la vida. La mejor forma de ver por qué le duele es hacer el psicoanálisis de cómo ha sido su infancia, y qué problemas ha tenido, de cómo ha vivido los diferentes capítulos de su vida», asegura esta doctora.

—En síntesis, para curar el dolor de espalda el método propuesto en su libro propone complementar la terapéutica médica con unas buenas dosis de autopsicología. En la práctica, ¿cómo hace con sus pacientes?

—Para mi es muy interesante el resultado que da el abordaje mental de los casos que se me presentan en consulta. Lo que hago es proponer a mis pacientes que se hagan un autopsicoanálisis: que se compren un cuaderno y un lápiz en el que van a escribir cosas muy íntimas. Lo mejor es empezar escribiendo algo intrascendente, para calentar la pluma. Comenzar por «cuántos hermanos éramos, qué numero hago yo, cómo eran mis padres, mi colegio, mis amigos...». Muchos se sorprenden al verse escribir sobre episodios de su vida que no habían querido dar importancia, incluso que no recordaban. Se trata de recapitular. Si se sigue este método del autopsicoanálisis hemos de saber que solamente saldrán a la luz los acontecimientos que hayan dañado a la persona, si esta previamente ha tenido la humildad de pensar que pueden haber existido.

—¿Qué se persigue con esta especie de «striptease» emocional?

—Realmente, este método lo que intenta es objetivar lo subjetivo. Me explico. Mientras seamos el «sujeto» es imposible tener capacidad de juzgarnos, ya que seremos totalmente subjetivos y partidistas. Sin embargo, al escribir lo que sentimos, todo queda en un cuaderno, que es un objeto. Objeto que podremos leer con objetividad, valga la redundancia, al cabo de cierto tiempo, como si lo hubiera escrito otro. Solo así tendremos capacidad para juzgar imparcialmente a la persona protagonista de ese cuaderno.

—¿Cuáles son los acontecimientos vitales que suelen marcar a las personas?

—Experiencias cercanas a la muerte (enfermedades, accidentes), malos tratos, muertes de un familiar o alguien cercano, un embarazo, el parto, la crianza, un divorcio, un despido, un cambio de horario de trabajo, sobre todo a nocturno... También es importante escribir los sueños que tenemos. Yo aconsejo dormir con el cuaderno cerca de la cama. Antes de dormirnos, nos damos la orden de soñar con lo que nos preocupe. Y luego, al despertar, debemos intentar recordarlas enseguida para, antes de poner los pies en el suelo, escribirlos en el cuaderno.

—¿Qué conseguimos detectando y registrando esas cosas, digamos, «pendientes» con nosotros mismos?

—En general, mi enfoque personal al recomendar estos enfoques mentales como el autopsicoanálisis es sugerir las cosas que se deberían hacer para aumentar nuestro conocimiento, y poder así traducir los mensajes que nos manda nuestro cuerpo. Pero a veces me topo con personas que están muy cerradas a cualquier apertura emocional o espiritual. Realmente, lo que les pasa es que están aterrados inconscientemente ante lo que se pueden encontrar si escarban en sus vidas. Ese miedo subliminal es muy frecuente, y provoca la evitación o el olvido de escribir. Hacer este ejercicio de autoconocimiento personal nos puede parecer largo y tedioso pero... ¿cuánto tiempo hemos empleado en nuestros estudios o profesión? Y, ¿no somos nosotros mismos más importantes que nuestra profesión? Quizás no es el tiempo que nos lleve a escribir lo que nos cuesta trabajo, sino los pocos deseos de afrontar acontecimientos pasados. Pero, ¿y si supiera que ahí está el detonante de todas sus alteraciones de salud? ¿Cuesta creer verdad?

—Si el dolor comienza en la mente, ¿cuál es el trayecto que sigue por nuestra espalda?

—Teniendo en cuenta que las ideas aterrizan en el campo emocional, luego pasan al campo físico y de ahí, se manifiestan en el cuerpo. Todo suele empezar con la ansiedad y el miedo. Después, pasar a las contracturas. Luego, a la inflamación de ligamentos posteriores al sacro, pasando por la disminución y salida de los discos intervertebrales, las hernias discales, la escoliosis... Y hay una interpretación psicológica para casi todo.

—¿Y dice usted que todo se arregla con una buena dosis de psicología?

—No. Si es un problema de hernia o escoliosis habrá que operar. Pero una disminución o deshidratación de discos quizás se pueda resolver con unos bloqueos nerviosos. Mientras que si la persona está en el nivel de contractura fuerte, lo que necesita es un fisioterapeuta o un osteópata. Y si lo que tiene es tensión muscular, con meditación y relajación muscular es probable que lo solucione.

—Entonces, ¿por qué el dolor de espalda avanza en muchos casos hasta grados insufribles?

—Porque insisto, somos totalmente apáticos con respecto a nuestra salud. Porque no colaboramos ni tomamos las riendas de nuestro cuerpo. Si las tomáramos, no llegaríamos a mayores. El asunto es que una pequeña lumbalgia debería ser una llamada de atención de nuestro cuerpo, que nos está diciendo que en algún punto «debemos tratarnos». Nos está hablando, es un aviso. Hacernos masajes, gimnasia... lo que sea con tal de no llegar a mayores. Pero estamos educados para esperar, llegar a mayores, y operarnos. Lo que sea, con tal de no hacer nada nosotros, de no tomar las riendas de nuestra vida ni de nuestra salud.

—¿Qué consejo nos daría usted para no llegar a mayores en lo que a dolor de espalda se refiere?

—Llevar una buena alimentación, hacer ejercicio todos los días, al menosveinte minutos... el poco uso del aparato locomotor lo inhabilita. Pero sobre todo, no tener ansiedad. Aprender a objetivar y a relativizarlo todo, a practicar la relajación, a respirar, a meditar, a tener control mental, incluso a reirnos... tal y como explico en mi libro. ¿Que nos dan una mala noticia? Preguntémonos si dentro de diez años eso nos seguirá afectando. Y ponernos post-it en la nevera para recordarnos este tipo de consejos. Es absurdo. Nos tenemos que cuidar a nosotros mismos. Pero lo que hacemos es esperar a tener un problema gordo para solucionarlo. Solo somos conscientes de que tenemos un brazo o una pierna cuando nos duele. Las personas que sufren algún dolor físico, cuanto antes se pongan a pensar sobre el porqué de esa situación y lleguen a conclusiones, y se involucren en su mejoría, antes desaparecerán los síntomas del dolor y volverán a la sociedad.

—Usted habla en su libro de que hay determinadas personas que no van a mejorar jamás. ¿Quienes son?

—A la hora de tratar el dolor de una persona una de las premisas más importantes, aunque parezca absurdo, es la de averiguar si esa persona está sacando una ganancia secundaria a ese dolor. A eso le llamo yo tener una «neurosis de renta». La ganancia puede ser de muy variopinta categoría: desde una baja laboral, el cobro de una indemnización, el merecimiento del cielo por los sufrimientos aceptados sin rechistar, las responsabilidades sociales y familiares, mantener la atención del entorno con cuidados y mimos de un marido o una mujer que de otra forma nos harían menos casos... Incluso ahorrarse el esfuerzo y la responsabilidad que conlleva el hacerse mayor... que sé yo. Del estado del dolor ciertas personas, como digo, sacan una ganancia secundaria, bien sea espiritual, psíquica o física, incluso económica. Es verdad que puede ser de forma inconsciente, o inconsciente, pero ahí está el problema.

En España, el dolor de espalda supone el 54,8% de las jornadas laborales perdidas

—Según explica esta doctora en su libro, prácticamente el 90% de la población adulta española ha sufrido alguna vez dolor de espalda, con mayor frecuencia las mujeres. La mayoría de los episodios son benignos y limitados, pero recurrentes, siendo la segunda causa más habitual de la visita al médico por dolor crónico, después de las cefaleas.

—En «Vivir bien sin dolor de espalda» también se señala que pocos pacientes se reincorporan al trabajo después de una baja superior a seis meses, y ninguno después de dos años. «Esto supone un lastre», indica Heraso. Además, prosigue en estas páginas Heraso, el dolor de espalda también es una de las causas más frecuentes de la llamada «neurosis de renta» o simulación, «ya que a veces es difícil de demostrar radiológicamente», reconoce.

—Entre la población adulta española hay un 14% de personas que padecen lumbalgia de intensidad importante. Un 40% de la población consulta a su médico por este motivo y un 4,3% acude a un servicio de urgencia. En un 15% la lumbalgia les obliga a guardar cama y en un 22% les incapacita para desarrollar actividades laborales.

—El pico de incidencia de la lumbalgia en la población se sitúa alrededor de los 45 años para ambos sexos. El dolor lumbar es una de las primeras causas de baja laboral en España y en todo el mundo occidental, siendo un motivo muy frecuente de incapacidad y de dolor crónico.

—Según datos extraídos de este libro, en España el dolor de espalda es el motivo del 54,8% de las jornadas laborales perdidas. La media de baja por lumbalgia aguda en nuestro país es de 41.



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