Sociedad podrida.
No creo que a estas alturas alguien pueda negar que el contagio por el virus Ébola de la auxiliar de enfermería, que no enfermera ni ATS, Teresa Romero está siendo el catalizador de la reacción de la sociedad española angustiada ante la pésima gestión de esta crisis sanitaria. Peor imposible. El descontrol y la incompetencia del Gobierno de España y el de la Comunidad de Madrid en su área de la Consejería de Sanidad exigen la asunción de responsabilidades y reconducir una situación crítica que ha evidenciado las graves deficiencias de gestión en un asunto que claramente nos supera pese a las declaraciones contrarias de esta casta de inútiles políticos.
Basta con ver las instalaciones previstas para darse cuenta de que el sistema sanitario español no estaba en condiciones de asumir los riesgos inherentes al manejo de una situación de control epidemiológico de características tan graves como este del Ébola. Y menos mal que por ahora este virus no ha mutado y solo se transmite por contacto directo con fluidos corporales. Ya dije en agosto que era un error traer el virus "a casa" con la repatriación de dos personas en una de ellas en fase muy avanzada de contagio y desarrollo de la enfermedad. Pero el Gobierno de España quiso en un acto de soberbia, prepotencia y de temeridad apuntarse un tanto político populista con la excusa de la atención humanitaria a ciudadanos españoles en apuros. Las consecuencias se están viendo.
Pero aún peor ha sido la impresión de improvisación y nuevamente la soberbia y la temeridad a la hora de interpretar las indicaciones de la Organización Mundial de la salud con los ya famosos protocolos de actuación frente a este virus mortal. Ha resultado patético el énfasis publicitario que se realizó en cuanto a las instalaciones, medios materiales y profesionalización de los medios humanos, cuando la realidad es muy diferente de la visión idílica que se nos presentó. La corroboración vino con el inevitable contagio de esta auxiliar de enfermería, que pasa a ser el "paciente cero" infectado en Europa.
Tiempo habrá de ahondar en las circunstancias y el cúmulo de despropósitos y errores tanto de los protocolos como del control del cumplimiento de los mismos por quienes tenían la responsabilidad de hacerlos. Para ello lo primero es asumir que se han cometido errores y alejarse de posiciones inadmisibles de orgullo por la gestión tal y como se pronuncia Mariano Rajoy en Milán al decir que "hemos sido felicitados por los líderes europeos por la gestión de la crisis del Ébola". En cuanto a la persona infectada Teresa Romero, solo nos queda esperar a que su cuerpo responda al ataque viral y logre vencerlo.
Como dice el editorial de Libertad Digital de hoy, "Peor imposible" al que yo añadiría "La podredumbre de una sociedad". Y es que han bastado unos episodios de crisis sanitaria pésimamente gestionados para que salgan a relucir los más bajos instintos de la sociedad española, empezando por la casta política, los sindicatos, las asociaciones vecinales, las ecologistas, los medios de comunicación, intelectuales e incluso los comentaristas y tertulianos entre los que me incluyo. Una actitud en la que parece importar más la muerte de un animal que la de miles de personas y la posible extensión a millones de personas en forma de pandemia mundial.
Desde mi punto de vista estrictamente personal a continuación voy a indicar cuales son los principales errores cometidos que nos han llevado a ser protagonistas involuntarios en el mundo que nos mira con perplejidad y temor.
- Repatriación voluntaria de un enfermo terminal sin disponer de los medios adecuados para su tratamiento con total seguridad.
- Instalaciones inapropiadas en concepto y en equipamiento.
- Protocolos deficientes e indebidamente ejecutados.
- Falta de preparación y concienciación del personal sanitario directamente implicado por insuficiente información y práctica.
- Equipos de protección inadecuados.
- Ausencia de coordinación entre organismos. Inoperancia de la Consejería de la C.A. de Madrid y nula participación del Ministerio de Sanidad. Improvisación y chapuza nacional.
- Contribución de los medios de información en el aumento irracional de la alarma social.
- Inmoral posicionamiento de asociaciones, partidos políticos en actitudes demagógicas de oportunismo político.
- Nula asunción de responsabilidades por parte de los gestores cargando las culpas sobre la paciente cero Teresa Romero.
Y como corolario solo puedo decir que el fracaso como sociedad es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, bien como actores o como espectadores. No es de extrañar que España esté más cerca de su desaparición y sea un País a la deriva, como el título de mi blog.
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