Vino y famosos, el maridaje que resultó ser una ruina
No me cites, por favor, si citas a mi bodega nos vas a perjudicar. Llevamos cuatro años intentando desvincularnos de todo ese rollo de los famosos», ruega un conocido viticultor al otro lado del teléfono. «Todo ese asunto ha desvirtuado mucho el negocio, hay un proyecto detrás muy trabajado, no es para nada una ocurrencia frívola de un personaje conocido, aunque a veces el consumidor lo haya entendido así», se lamenta otro prestigioso enólogo, antes de deslizar: «si no mencionas mi marca, te lo agradezco». Cantantes, actores, futbolistas, durante un tiempo muchos personajes conocidos vivieron una suerte de 'fiebre del vino'. «Este negocio enamora, enraiza con lo más esencial del ser humano, y cuando va bien da grandes satisfacciones. Pero también necesita mucho tiempo, paciencia y conocerlo a fondo». Hoy, varias de aquellas empresas diseccionan aquella ilusión en los tribunales, otras han desaparecido y las más han presentado concurso de acreedores. La unión de las burbujas de la popularidad con el caldo de la tierra resultó ser el peor maridaje posible.
Quizá el ejemplo más sangrante sea el de Joan Manuel Serrat. En 1989, el cantautor y sus socios invirtieron más de 20 millones de euros en Mas Perinet, un proyecto colosal que se extiende a lo largo de 300 hectáreas entre las denominaciones de origen Priorat y Montsant. Su sueño era revitalizar la zona y fueron en parte responsables del llamado boom del Priorat, al que se sumaron con sus propias bodegas grandes marcas, ex ministros y empresarios de otros sectores. Todas fueron tratadas salvajemente por la crisis. Antes de detener la producción, la hemorragia de Mas Perinet llegaba al medio millón de euros al año. Llevaba años en venta hasta que el pasado mes de julio un grupo de inversores norteamericanos se hizo con ella por un precio «que no ha llegado ni a la mitad de lo invertido».
'La estoy vendiendo porque no me compensa tener una bodega en producción hoy en día con los costos que tiene el vino', admitió Bertín Osborne en verano
«La culpa no es de Serrat, a muchas bodegas de la zona les ha pasado lo mismo», aporta Ignacio de Miguel, uno los enólogos más conocidos del país, que no está de acuerdo con la premisa de que el responsable del desastre sea la estrella de turno. «En estos últimos años de crisis se han ido al garete bodegas de personas conocidas y de personas anónimas. No ha tenido nada que ver con el hecho de que detrás hubiera gente popular. En muchos casos, los famosos precisamente han profesionalizado el negocio, han puesto a los mejores en la gestión», explica. «Estos proyectos se han encontrado con la crisis económica y con el problema del consumo de vino. Si antes se bebían 70 litros per capita, ahora son 16», explica.
De Miguel conoce muy bien el asunto porque él mismo está involucrado en dos de los proyectos 'de famosos' que se han visto en dificultades por una u otra razón, aunque por ética profesional prefiere no hablar de ellos. Entre los 22 socios de la bodega Casalobos, situada en los Montes de Toledo, figura su nombre con el de los ex futbolistas Manolo Sanchís, Rafael Martín Vázquez, Emilio Butragueño, Míchel o Aitor Karanka, el cantante Miguel Bosé, los ex tenistas Pato Clavet y Emilio Sánchez Vicario, o el modelo y actor Andrés Velencoso. La empresa entró en concurso voluntario de acreedores hace justo un año para hacer frente a varias deudas, entre ellas un crédito hipotecario de tres millones de euros. A día de hoy, sigue abierta y están intentando encontrar una solución a sus problemas financieros.
Ignacio de Miguel también es enólogo consultor de Bodegas Martúe, el negocio que probablemente más quebraderos de cabeza le ha dado a Emilio Aragón. El suyo no es un problema financiero -«hasta ahora iban como un tiro», aseguran-, sino de desencuentro entre los socios que ha acabado en los tribunales. Recientemente fue admitida a trámite una querella presentada por el accionista mayoritario de Martúe, Fausto González, por delito societario y falsificación documental contra cinco miembros del Consejo de Administración de la sociedad, entre los que se encuentra Aragón, fundador y socio de Globomedia; Carlos Cutillas, fundador y socio de Inmobiliaria Chamartín, y Javier Aliño, director gerente de JB Capital. A su vez, ellos acusan a González de llevarse «muchos millones de las cuentas».
'Llegamos a la conclusión de que si no hipotecábamos la imagen del vino a la de Juan, podía funcionar', dice el socio de Echanove
«El problema de asociarse a un famoso es que creíamos que íbamos a comernos el mundo cuando en realidad los consumidores nos han castigado mucho, enmascaran los proyectos reales que hay detrás. Nuestro cliente valora la tradición, la calidad y la seriedad, pero el famoso aporta frivolidad. Yo llevo mucho tiempo intentando limpiar nuestro nombre de esa etiqueta», amplía el viticultor antes (no) citado, que 'esconde' en su accionariado a actores, futbolistas y periodistas.
Maite Geijo y Roberto Martín se lo pensaron mucho antes de aceptar la oferta del torero Francisco Rivera de entrar en las Bodegas Liba y Deleite, un proyecto que llevaban preparando desde los años 90. «Francisco es un hombre de campo, él no entiende tanto de vinos pero todo lo que tenga que ver con el campo le apasiona», explica Geijo. «Nos conocíamos a través del mundo del toro, fue en una comida cuando le contamos nuestro proyecto y él se quedó entusiasmado. Estábamos introduciéndonos en el mercado nacional y nos venía muy bien su ayuda, pero éramos conscientes de que era muy peligroso. Al final, la imagen del famoso puede cargarse el proyecto, arrollarlo, cuando el nuestro era y es un planteamiento muy serio, no es una ocurrencia, de esto comen mis niños». Al final decidieron aceptar y el ex torero entró en el accionariado, de lo que hoy se alegran. «Francisco funciona como un socio ejecutivo, nos ha abierto puertas a las que nosotros no hubiéramos podido acceder. Comercialmente ha funcionado muy bien y tras muchos años de trabajo, al fin estamos empezando a tener alegrías».
Guillermo Pérez, socio de Juan Echanove en Cinema Wines, apunta que también el famoso arriesga su imagen al involucrarla en un negocio que no siempre sale bien. «Puede ser un problema en ambas direcciones», dice. «Yo creo que lo mejor es no casarse demasiado», explica gráficamente. Echanove se puso en contacto con ellos un día, había probado su vino y quería saber dónde podía encontrar más. A partir de ahí comenzó una relación de amistad que derivó en que el actor terminó sumándose al proyecto. «Lo estuvimos meditando mucho, y llegamos a la conclusión de que si no hipotecábamos la imagen del vino a la de Juan, podía funcionar». Echanove les ha introducido en el mundo del cine y del teatro, y ellos le están haciendo cumplir un sueño que tenía desde hace años. Un buen tándem.
No es el caso de Antonio Banderas, que lo apostó todo por cumplir su aspiración de tener una bodega propia, al estilo de otros compañeros de Hollywood como Coppola o Brad Pitt. A principios de 2009, el actor malagueño compró el 50% de las acciones de una bodega del grupo Anta situada en Villalba de Duero (Burgos) y le puso su apellido a la empresa. El actor se involucró personalmente en Anta Banderas, a la que promocionó en todos los foros que pudo. Pero la bodega siguió los mismos pasos que las otras empresas del grupo burgalés, enfermo de crisis, y ha entrado en concurso voluntario de acreedores ante las dificultades de financiación y los problemas de liquidez que atraviesa.
No todas las experiencias han sido malas. Fran Rivera o el propio Echanove lo están haciendo bien
Este verano, Bertín Osborne terminó las obras de restauración de su bodega, Conde del Donadío, en Labastida. «Está espectacular de bonita», presumía en una entrevista, donde también anunciaba su intención de deshacerse de ella. «La estoy vendiendo porque no me compensa tener una bodega en producción hoy en día con los costos que tiene el vino. La teníamos solamente en hostelería y tenía muchas pérdidas. Cerré la bodega para restaurarla y ahora estamos valorando venderla». De hecho, Bertín tiene en estos momentos una oferta de compra encima de la mesa, aunque él no se desvincularía totalmente.
El último en tener problemas a cuenta de su marca de vino ha sido el futbolista Leo Messi. El barcelonista y la argentina Casa Bianchi comercializan con fines benéficos el vino Leo, que ahora pretendían distribuir también en Europa. No contaban con el hecho de que una bodega portuguesa utiliza un nombre parecido para la venta de bebidas alcohólicas en el continente, y les ha llevado a los tribunales. Así, de momento el único vino blaugrana que habrá en el mercado español es el de Bodegas Iniesta, Corazón Loco, que de momento «funciona muy bien».
La vendimia acaba de terminar, la lluvia ha entorpecido la recogida de la uva en algunas zonas, pero en general cunde el optimismo, «ha sido un año estupendo, de calidad y de cantidad, toda una alegría después de unos años en que lo hemos pasado fatal», dice aliviado el viticultor. A lo mejor, ahora sí es el momento.
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